martes, 22 de febrero de 2011

Realidad-Onirico y la muerte del analista.?.?.?

Hace un año aproximadamente, más también, que vengo pensando en abandonar lo que un psicoanalista llama análisis. Cualquiera que me conoce podría decir que esto es una idea descabellada, un momento de enojo en el q se me ocurrió pensar, aleatoriamente, tomar tal decisión, ya que el día asignado a mis sesiones son sagradas para mi, y a modo cliché, valga la redundancia, la cuestión transferencial con mi analista.
Mucha vuelta, mucha vuelta, mi cabeza ya de por si es una sesión constante, con la diferencia del cambio del analista por un superyó que me latiga a cada momento y no me deja ser libre.
Asique pienso, pienso, pienso, pienso en la intimidad de mi sillón, pienso en la intimidad de mi silla,, pienso en la intimidad de mi inodoro (vaya q es revelador el baño...claramente catártico también), sigo pensando, y no llego a nada.
Una vez mas, recostada en mi cama, pienso, cierro los ojos, y luego me quedo dormida. Sonido de teléfono, habitación con sillones y camas, un teléfono en una mesa baja. Me tocan el hombro y me llaman por mi nombre, extiendo la mano. Me llaman para decirme que mi analista ha muerto. Yo contesto:"que???, como? quien es??", mi mamá me sigue zamarreando el hombro para que atienda el teléfono porque me llama una amiga, yo le digo que no puedo atender, q estoy ocupada porq me llaman por teléfono. Del otro lado, el teléfono en mi oreja y yo repito:"q???, como? quien es??", una voz, la voz de mi analista responde con una risa burlona que llama para avisar que "X"(es decir, él mismo) ha muerto.

En definitiva todo se reduce a un apoyo, ya sea analista, sillón, cama, silla, inodoro o diván. En cualquiera de ellos tres uno hace catarsis, descarga energía y sirve de apoyo (ya sea literal o metafóricamente).

Y de un tiempo a esta parte, sigo sin llegar a mucho mas que la reproducción de este relato y mi sesión continua aunque no recostada sobre un divan.